Cine vs Teatro

 

Cine y teatro, una estrecha relación

Cuando el cine nace en 1895 y comienza a dar sus primeros pasos trató de buscar material que le diera una posición intelectual, como un espaldarazo de gran arte y para eso se valió del teatro, la actividad artística más antigua de la humanidad.

Cuando el cine nace en 1895 y comienza a dar sus primeros pasos trató de buscar material que le diera una posición intelectual, que le diera un espaldarazo de gran arte y para eso se valió del teatro, la actividad artística más antigua de la humanidad.

Producto de esa necesidad nacería el llamado Film d ́art que era la adaptación cinematográfica de las obras teatrales clásicas, pues de esa manera se lograría captar la atención de un sector intelectual reacio al cine por considerarlo una diversión de las clases bajas. El crítico George Dureau escribió en la revista Cine Journal: ‘’En su elegante desprecio por el cinematógrafo, las gentes a la moda demuestran abiertamente su desprecio al arte popular. Los mundanos fingen resistirse a su llamada porque con él disfrutan los obreros y los pequeños burgueses. Tienen un miedo enfermizo a pasar por vulgares.’’

Con esta percepción, lo que se hizo fue que la gente vinculada al teatro decidiera llevar el cine a su propio terreno para de esta manera convertirlo en un arte serio que pueda también ser visualizado por las élites sociales. Producto de esto surge la productora francesa Le Film d’art que contaría con el aval económico de los banqueros Laffitte. Para el efecto construyeron un estudio donde se podían realizar películas que tuvieran como eje central y argumental obras teatrales.

De esa productora nacería una película pionera donde el cine y el teatro se darían de la mano.

La cinta fue El asesinato del Duque de Guisa estrenada en 1908 y que narraba las intrigas palaciegas en la corte de Catalina de Medicis. Este tipo de producciones marcarían también la realización de productos fílmicos donde la calidad argumental y actoral tenían que ser la prioridad.

Las nacientes productoras como Pathe, Gaumont entre otras decidieron hacer filmes con argumentos teatrales, queriendo dar al producto un empaque de lujo, por eso uno de las grandes divas del teatro como Sarah Bernhardt también sucumbiría a los embrujos del Séptimo Arte, la reina Elizabeth realizada en 1912 fue una de sus aportaciones al cine. La aparición de la Bernhardt y de otras figuras de la escena mundial aportaría definitivamente el prestigio que el cine necesitaba.



Lo que daría lugar a que el cine pudiera hacer adaptaciones de las obras más grandes del teatro fue sobre todo que algunos directores se dieron cuenta que estas tenían que adoptar las formas del lenguaje del cine y no a la inversa, es decir que el teatro podía pasar a las nuevas formas de la comunicación cinematográfica sin menoscabar sus propias exigencias; se debería sobre todo al mérito de autores que supieron replantearse el texto literario en función del nuevo arte. Así tenemos a un Friedrich Murnau que durante el cine mudo haría las inmensas Fausto y Tartufo, incorporando con genialidad a Goethe y Moliere al celuloide, ya en el sonoro tendremos a Laurence Olivier con Hamlet, Enrique V Y Ricardo III, un Orson Welles con Macbeth, Otelo y Campanas de Medianoche haciendo de Shakespeare un nuevo clásico para la gran pantalla. Aparte mencionar a Elia Kazan con su hermosa Un tranvía llamado Deseo de Tennesse Williams, o Michael Cacoyannis con sus aterradoras Electra e Ifigenia.

Y los toques modernistas y de vanguardia que le han dado a su propia obra como es el caso de Kenneth Branagh con sus adaptaciones de Shakespeare como su monumental Macbeth de casi cuatro horas de duración, el atrevimiento irreverente de Bahz Lurhman con su Romeo y Julieta o ese híbrido tenebroso de Julie Taymor llamado Titus Andronicus, con un espectacular Anthonny Hopkins.

Las dos artes no se han disociado, más bien han incorporado mucho de ambas, y se han acoplado a los nuevos tiempos, y gracias a eso el público sigue disfrutando de un arte cada vez más versátil y hermoso.

Los títulos imperdibles


1. Cyrano de Bergerac, 1990.
Un carismático caballero usa la poesía para ayudar a su tímido compatriota a ganar el corazón de una mujer. Basada en la obra de Edmond Rostand, es protagonizada por Gerard Depardieu y dirigida por Jean Paul Rappeneau.

2. Bodas de sangre, 1981.
Una versión de flamenco de la historia de Federico García Lorca de un triángulo (Antonio Gades, Cristina Hoyos, Juan Antonio Jiménez) amoroso que se desarrolla en un estudio de baile de Madrid. Dirigida por Carlos Saura.

3. The lion in winter (El león en invierno), 1968.
Un alboroto ocurre en la familia real cuando el rey Enrique II trata de decidir quién le sucederá en el trono. Basada en la obra teatral de James Goldman, el film está protagonizado por Peter O ́toole, Katherine Hepburn y Anthony Hopkins.





A continuación, este video muestra una explicación un poco más sencilla sobre la diferencia entre estos dos, esperemos este blog haya sido de tu agrado:)


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